4 de agosto de 2011

PALABRAS MÁS, PALABRAS MENOS

Por Daniel M. Cervantes


Expresar, en su estricta definición, es manifestar con palabras, miradas o gestos lo que se quiere dar a entender. Por supuesto podríamos partirla y complementarla o incluso regresar a nuestras clases de comunicación básica para discutirla, adaptarla, modificarla, rechazarla o adoptarla.

Yo, por mi parte, elegí ésta definición que nos da la RAE sin más ni menos, para dar comienzo a este escrito del que reconozco su impulso y desconozco su fin.
Personalmente, y en congruencia con mi profesión, quiero asentar mi inagotable afición a las miradas, mi constante curiosidad por los gestos y mi profunda pasión por las palabras. Palabras, miradas y gestos, unos y otros, componentes fundamentales del hombre, ingredientes de la vida cotidiana y, por consecuencia, del teatro que aunque no es el meollo de este escrito es parte esencial de mi cosmovisión.

Sin embargo y tratándose de una trinchera de amanuenses cibernéticos y refugio de curiosos lectores, debo dar un trato justo y preferencial a las palabras sin que se entienda por esto un menosprecio a las miradas ni un devalúo gesticular que, dicho sea de paso, tanto miradas como gestos se encuentran en peligro de sustitución pero ahondaré en el tema posteriormente.

Éste, mi primer artículo en este espacio (y en cualquiera, pues aunque amante de las letras soy torpe en el género) pretende rendir homenaje a las palabras, a todas, a cualquiera, a las dichas y las escritas, a las cortas, a las sobreesdrújulas, a las sencillas, a las rimbombantes, a las fugaces,  a las oprimidas, a las silenciosas, a las libertinas y hasta a las olvidadas, a las palabras que surgen de los impulsos y se levantan sobre ellos, a las que se guardan en cajas o se envían en botellas, a las que prudentemente se ahogan con la almohada, en fin, a las palabras todas como proyectiles de la expresión y como sello de la comunicación humana.

-¿Qué hay de las palabras que lastiman? -
A ellas no les rindo homenaje, sino culto, porque son las más inocentes nacidas en boca indiferente, herida o maliciosa, igual que los silencios que también lastiman por estar en manos imprudentes.

Aunque yo no sea un experto en su acomodo, creo ser experto en el trato, y es que no hay que dejarse consentir por la palabra sino consentirla, escuchar sus letras, tenerle paciencia, conocerla y acariciarla de vez en cuando, así como compartirla y de pronto también saber callarla.


Y si se es necio con ella y se le deja libre, es posible que nos cuente todo. Es posible que hable de ti y de mí, del mundo, que nos hable de lo feo y de lo bello…sólo libre es posible que nos cuente ESTO Y AQUELLO.

3 comentarios:

  1. Muy padre tu escrito Daniel. Sí tienes dones de escritor. Espero ansioso tu próxima entrada.

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  2. Gracias por tu comentario y sobre todo por las porras. Pronto escribiré de nuevo.

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  3. Muy buena introduccion al mundo de esto y aquello, esperemos que pronto nos des mas homenajes a las palabras y podamos ver mas de ese don.

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