11 de agosto de 2011

Doble Moral


Por Emilio

Hace ya algunos meses, charlaba amenamente con un hombre de más de 70 años, un amigo podría decirse. Le comentaba que si en este país las personas hablaran abiertamente de sus preferencias sexuales, el porcentaje entre heterosexuales y homosexuales no estaría tan desproporcionado. Y no hablo de un punto de vista subjetivo, hablo con base en lo que indicó hace aproximadamente 3 años la organización PFLAG (Parents, Families and Friends of Lesbians and Gays), quien asegura que en México en 4 de cada 10 familias, hay alguna persona homosexual. Él es una persona con un criterio bastante amplio (al menos para su edad) y me aseguró que posiblemente hay más de los que ‘pensamos’ pero que difícilmente acrecentaría los porcentajes de distribución en la manera tan drástica que yo le comentaba.

Es una pregunta que me ha visitado durante mucho tiempo. Si en realidad pudiéramos conocer las preferencias de cada uno de los mexicanos que habitan nuestro hermoso territorio nacional, ¿cuál sería la verdadera cifra? Porque las encuestas, por más privadas que sean, siempre tendrán algún factor que las convierta en material cuestionable, por aquello de hacer el conteo de lo que la gente dice y no en realidad de lo que piensa pero en fin, al menos a mi parecer las encuestas realizadas por PFLAG resultan en cifras con bastante sensatez.

Todos aquellos que convivimos en forma continua con la comunidad gay, escuchamos todo el tiempo de historias sobre personas que viven una existencia doble: hetero y homosexual. Se casan, tienen hijos; fuera de la habitación llevan esta careta de heterosexualidad y cuando nadie los ve, cuando pueden hacerlo, pueden al fin saciar su hambre de libertad con personas del mismo sexo. Es una realidad, México padece una doble moral en este aspecto que solamente lleva a frustraciones y tensiones familiares que a la postre se convierten en situaciones insostenibles para quienes participan directa o indirectamente en la relación.

¿Pero qué es lo que lleva a las personas a vivir una situación tan desgastante, tan trágica, tan infeliz? La presión social. Tener un buen empleo, pertenecer al grupo de ‘la mayoría’ en la comunidad (situación absolutamente paradójica, ¿cierto? La persona quiere ser aceptada por una comunidad que rechaza abierta y completamente lo que él es en esencia, pero así sucede…) y en fin, todas las comunidades que vienen al convertirse en uno más. Mi pensamiento es el siguiente: ¿qué pasaría si cada uno de nosotros hablara libremente de su preferencia? Al menos una gran parte de la neurosis colectiva que afecta a grandes grupos en este país podría verse drásticamente reducida, porque es una realidad, limitar tu sexualidad a causa de la presión social puede traer las peores consecuencias tanto para el individuo como para su entorno.

Yo me aferro a la educación, siempre a la educación como solución. Me he dado a la tarea de leer, conocer, vivir el mundo homosexual y he encontrado que viven en él virtudes y defectos iguales a los del mundo heterosexual. Es cierto, muchos hemos crecido con falsas ideas y con prejuicios fundados en la ignorancia, pero es momento de cambiar, es momento de adentrarnos en ese mundo tan desconocido para muchos heteros como lo es el mundo homosexual y entender que las semejanzas con nuestro mundo son demasiadas (ojo, no hablo en forma tácita de dos mundos refiriéndome a que no somos del mismo o algo por el estilo, simplemente hago referencia al mundo en que cada comunidad existe dentro de un plano imaginario pero compartiendo un espacio real con los demás, espacio en donde al menos para mí, todos somos iguales).

No hay comentarios:

Publicar un comentario