9 de agosto de 2011

Iguales, A Pesar de Todo…

Por Miguel Ángel Mendoza


yonosoyDJ hace un cambio de última hora para escribir este post. Originalmente iba a hablar sobre el arte de escribir. Pero, hechos recientes en mi alma matter/universidad me han inspirado a dejar estas líneas para otro momento. Finalmente, como decía Emile Cioran, todo lo que escribimos es político. No podemos separarnos de la época en que vivimos, ni de los acontecimientos que la marcan.La democracia es el mejor sistema político del mundo. Estoy totalmente convencido. Y lo digo, basándome en aquella frase célebre de Winston Churchill: "La democracia es el menos malo de los sistemas políticos". ¿Acaso habré perdido la razón entre tantas noches de videojuegos y galletas con chispas de chocolate? La verdad es que creo que no. Y pongo la palabra "creo" porque hay cosas que, a pesar de todo, deben funcionar en cualquier sociedad. No importa cuál sea su religión, sistema económico, casta, ubicación geográfica, etc. Todos los miembros de un país deben decidir su futuro. Sin ataduras, reclamos ni órdenes celestiales. Poder del pueblo, para que puedan entenderme.


Cualquier sociedad debe partir del principio de equidad y de individualidad. Todos los seres humanos nacemos con los mismos derechos. Hay más de una convención internacional sobre eso, por lo que sería inútil repetir todo. Pero, hay que reconocer que cada ser humano es diferente a otro. No solo por cuestiones que adoptamos a lo largo de nuestra vida. Hay diferencias fundamentales entre nosotros. Cosas tan tontas como nuestro color de cabello, el ancho de nuestros pies, el (pequeño) diámetro de nuestra cintura hacen de cada persona un ser único. Estas dos ideas opuestas, crean un dilema: ¿cómo podemos existir en un mundo donde todos tengan el mismo valor (derechos) pero que se respeten las diferencias de cada uno? Pensando en términos de manzanas, la idea es reconocer que todas lo son, pero darle a cada una su lugar.

La democracia se trata de eso: un mundo donde cada individuo tenga el piso mínimo de derechos, pero respetando su esencia. Esto implica que, como cada ser es libre, pueda promover su propia opinión o agenda, siempre y cuando no signifique redimensionar el peso que tenga sobre los demás. En otras palabras, las personas pueden luchar por ser felices, pero no por esclavizar a otras. Todos los seres humanos son iguales. No existe alguno que tenga derecho sobre otro.
Todo lo anterior se traduce (desde mi punto de vista) en comprender el papel que cada tiene en la sociedad y no estar asesinando gente que te mira feo. Hoy, un criminal (o terrorista, no sé cómo llamarlo) tuvo la brillante idea de enviar una bomba a mi universidad. Desconozco el contexto bajo el cual el autor llegó a la conclusión de que reventar las tripas de otro ser humano era la solución. Pero, como demócrata que quiero ser, lo repruebo. No solo se trata de la violencia (que, por si misma es condenable). Va más allá de un simple asunto de polecías y ladrones. Es algo que debe estar en el núcleo de nuestras relaciones humanas.

Si yo reconozco que todos los seres humanos son iguales (con los mismos derechos), entonces no puedo pisotear a aquellos que no me caigan bien, o que piensen distinto que yo o con los que haya tenido roces. El tipo que creó la acción no tiene derecho a estar pisoteando aquellos que le caen mal. Hacerlo lo convierte en un delincuente. Y, si tenía alguna razón que pudiese presumirse válida antes del evento, queda irremediablemente desdibujada al mal que acaba de hacer.

Esto también se extiende en el sentido opuesto. Dado que no soy un criminal, no enviaré una bomba en venganza. El estado debe atraparlo y enjuiciarlo. No debe cazarlo como a un perro y asesinarlo. Finalmente, el gobierno está hecho de hombres. No tiene el poder para asesinar a su antojo a otras personas. Ni siquiera atentar contra su dignidad personal. Puede aislarlo o tratar de rehabilitarlo. Pero, nunca tomar venganza. Conforme el acto se vuelve más sanguinario, el castigo termina diluyéndose y la justicia parece ceder ante crímenes horrendos. Pero, de eso no se trata. Hablamos de una sociedad que debe respetar a todos los hombres. Aunque sean violadores.

Parece que convertirse en "demócrata" es mucho más difícil de lo que había pensado. Existiendo tantos locos en este mundo, capaces de matar por causas estúpidas. Pero nadie dijo que sería bonito. Finalmente, estamos hablando de animales. Por inteligentes que seamos, no podemos dejar esa parte. Espero que, en algún punto en el futuro, escribir estas cosas suene estúpido. Aunque, si somos iguales desde que nacemos. ¿En qué parte de nuestra vida se pierde eso?

1 comentario:

  1. Bien Maiki, me gusta tu nota. Es cierto que es difícil ser (o tratar de ser) demócrata, sobre todo cuando se trata de "castigar" a personas que salen de las normas de convivencia civil y que generan violencia.

    Sigue escribiendo sobre el tema, lo haces bastante bien y veo que es algo que te apasiona.

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